La meditación lo cambia todo, Tour del Dharma en Alemania
Nov 9, 2024
El siguiente fragmento ha sido extraído del libro Transforma tu vida del venerable Gueshe Kelsang Gyatso.
Numerosas personas piensan que cuando el cuerpo deja de funcionar con la muerte, el continuo de la mente cesa y esta deja de existir, al igual que una vela se apaga tras consumirse la cera de la que está hecha.
Otros creen incluso que si se suicidasen, acabarían con sus problemas y sufrimientos, pero ambas ideas son incorrectas.
Como ya se mencionó, nuestro cuerpo y nuestra mente son entidades distintas y, por lo tanto, aunque el cuerpo se desintegre después de la muerte, el continuo mental permanece intacto. La mente no cesa, sino que se separa del cuerpo y viaja a la vida siguiente.
En el caso de los seres ordinarios, en lugar de liberarnos de nuestras penas, la muerte solo nos trae nuevos sufrimientos. Debido a que no comprenden esto, algunas personas, incapaces de soportar más sufrimiento, se suicidan.
Podemos demostrar la existencia de vidas pasadas y futuras analizando el proceso de dormir, soñar y despertar, por su semejanza al de la muerte, el estado intermedio y el renacimiento.
Cuando nos dormimos, nuestros aires internos burdos se reúnen y disuelven en nuestro interior y nuestra mente se vuelve cada vez más sutil, hasta que se manifiesta la mente muy sutil de la luz clara del dormir. Cuando esto sucede, experimentamos el sueño profundo y, externamente, parece como si estuviéramos muertos. Después, nuestra mente se va haciendo otra vez más burda y pasamos por los diferentes niveles del estado del sueño. Finalmente, al recuperar la memoria y el control mental, nos despertamos. En ese momento, nuestro mundo onírico desaparece y percibimos de nuevo el mundo del estado de vigilia.
Cuando nos morimos, ocurre un proceso similar. Al morir, los aires internos se disuelven en nuestro interior y nuestra mente se vuelve cada vez más sutil, hasta que se manifiesta la mente muy sutil de la luz clara de la muerte. La experiencia de la luz clara de la muerte es parecida a la del sueño profundo.
Cuando la luz clara de la muerte cesa, experimentamos las etapas del estado intermedio o bardo en tibetano, que es como un estado onírico que ocurre entre la muerte y el renacimiento. Pasados unos días o unas semanas, el estado intermedio cesa y, entonces, renacemos. Al despertar de un sueño, el mundo onírico desaparece y percibimos el mundo del estado de vigilia. Del mismo modo, cuando renacemos, las apariencias del estado intermedio cesan y percibimos el mundo de nuestra nueva vida.
La diferencia principal entre el proceso de dormir, soñar y despertar, y el de la muerte, el estado intermedio y el renacimiento, consiste en que cuando la luz clara del sueño cesa, se mantiene la conexión entre la mente y el cuerpo, mientras que cuando la luz clara de la muerte cesa, la conexión se rompe.
Reflexionar sobre este punto nos ayudará a reconocer la existencia de vidas pasadas y futuras.
Para más información sobre lo que es la reencarnación, véanse Introducción al budismo y El camino gozoso de buena fortuna.