Sanando la relación con mis padres a través de la compasión
Pedro Acevedo
Una infancia complicada
Resulta difícil seleccionar solo una experiencia o un problema en el que el Dharma que he recibido en el Centro de meditación kadampa me haya ayudado, ya que han sido numerosos. Sin embargo, optaré por uno que abarca varios problemas.
Durante gran parte de mi vida, mantuve una relación complicada con mis padres. Mi infancia no fue emocionalmente segura debido a la crisis que atravesaban. Esto me expuso a presenciar actos dañinos entre ellos. Además, en mi niñez, estuve al borde de la muerte debido a un descuido de mi madre que generó un trauma. He arrastrado durante toda mi vida este trauma que, además, contribuyó a una depresión severa en la adultez. Me llevó mucho tiempo enfrentarlo de manera adecuada.
Atrapado en un ciclo interminable de culpa
Hace dos años, puse fin a una relación de cinco años debido a un error que cometí. Esta separación se suma a la lista de problemas afectivos que siempre desencadenaban mi depresión subyacente. Me costaba entender por qué actuaba así y me culpaba severamente por mis acciones. Quedaba atrapado en un ciclo interminable de culpa y errores que profundizaban mi depresión.
A diferencia de otras ocasiones, esta vez decidí abordar el problema de raíz. Mi proceso terapéutico, junto con otros tratamientos y, sobre todo, mi conexión con el Dharma del Centro de meditación kadampa fueron fundamentales. Comprender el funcionamiento de la mente desde la perspectiva budista y poner la atención en mis acciones con una motivación compasiva, me hacía salir cada vez más de mi ensimismamiento y conectar más con el dolor y con la felicidad de los demás.
Sanando desde la compasión
Basándome en el Dharma recibido, especialmente en la compasión y la bondad hacia los demás, y al comprender que todos los seres humanos experimentan sufrimiento de alguna forma, llegué a una realización crucial en mi proceso de sanación. Estaba intentando acompañar a una amiga que había pasado por unos eventos traumáticos similares a los míos, pero me afectaba mucho su dolor así que tuve que tomar distancia. No podía hacer mucho por ella y, en cambio, yo también me hundía. Durante una meditación sobre la compasión, comprendí que la dureza con la que juzgaba a mis padres se reflejaba en mi relación con el mundo y conmigo mismo por mis propios errores. Al reconocer el sufrimiento de todos los seres, comprendí la similitud del dolor de mis padres con el mío y con el de los demás. Esto me llevó a sentir compasión por mis padres en lugar de culpa y rabia por sus equivocaciones y las mías. Entendí que sus errores no eran indicativos de ser malos padres, sino parte inherente de la experiencia humana.
Desde esta comprensión, todo se volvió más claro. Reconocer que los errores de mis padres surgían de su propio sufrimiento, perpetuando un ciclo de dolor y errores, me llevó a ser más compasivo con ellos, conmigo mismo y con los demás. También pude apreciar la bondad que ellos y otras personas mostraron hacia mí más allá de sus errores. Todo lo que ellos y los demás han hecho por mí me ha permitido encontrar paz con mi pasado y adoptar una actitud más consciente en el presente, con la intención de no complicar más la vida de los demás y, si es posible, hacerla más fácil con mi cuidado y atención. Además, deseo compartir mis aprendizajes como herramientas para la sanación de otros.
Espero que esta experiencia pueda ser útil para quienes enfrenten un proceso similar y que contribuya al bienestar de todos. Me despido agradecido por todas las enseñanzas, las bendiciones y realizaciones recibidas.
Pedro asiste al CMK Colombia.