La sesión de meditación

Una sesión de meditación completa consta de cinco partes:

Preparación
Contemplación
Meditación
Dedicación
Práctica subsiguiente

Preparación

Las prácticas preparatorias, como su propio nombre indica, preparan nuestra mente para la meditación, pues con ellas purificamos los obstáculos causados por las acciones perjudiciales que cometimos en el pasado, acumulamos méritos y recibimos bendiciones de los Budas y Bodhisatvas.

Si lo desea, puede realizar estas prácticas preparatorias recitando las Oraciones para meditar mientras contempla su significado.

Contemplación

El propósito de la contemplación es generar en la mente el objeto de la meditación de emplazamiento. Esto lo conseguimos por medio de razonamientos, reflexiones, ejemplos apropiados y análisis de las enseñanzas relacionadas con el tema que estemos tratando.

Es conveniente memorizar las contemplaciones que se presentan en el Nuevo manual de meditación para poder meditar sin tener que remitirnos al texto.

Las reflexiones contenidas en este libro son líneas directrices que debemos enriquecer con razonamientos complementarios, analogías y otros ejemplos relacionados con nuestra experiencia personal que nos ayuden e inspiren.

Meditación

Cuando obtengamos una imagen clara del objeto como resultado de la contemplación, debemos abandonar la meditación analítica y concentrarnos de manera convergente en él. Esta concentración convergente es la tercera de las cinco partes: la meditación propiamente dicha.

Al comienzo de nuestro adiestramiento en la meditación, nuestra concentración es, por lo general, muy débil, nos distraemos con facilidad y olvidamos constantemente el objeto de meditación. Por ello, al principio es mejor alternar la contemplación con la meditación de emplazamiento varias veces en cada sesión.

Por ejemplo, para meditar en la compasión, comenzamos reflexionando sobre los diversos sufrimientos de los seres sintientes hasta que sintamos una intensa compasión por ellos.

Si este sentimiento se debilita o nuestra mente se distrae, volvemos a la meditación analítica para recuperarlo. Cuando lo hayamos recuperado, dejamos la meditación analítica y nos concentrarnos otra vez en él de manera convergente.

La contemplación y la meditación sirven para familiarizar la mente con objetos virtuosos. Cuanto más nos identifiquemos con ellos, de mayor paz mental disfrutaremos.

Si nos adiestramos en el camino espiritual con sinceridad y nuestro modo de vida es consecuente con las decisiones tomadas durante la meditación, lograremos mantener en todo momento una mente tranquila y apacible.

Instrucciones más detalladas sobre la contemplación y la meditación pueden encontrarse en los libros Compasión universal, El camino gozoso de buena fortuna, Introducción al budismo, Nuevo manual de meditación y Transforma tu vida.

Dedicación

Con la dedicación dirigimos los méritos acumulados durante la meditación hacia el logro de la Budeidad. Si no dedicamos los méritos, el odio puede destruirlos con facilidad.

Al recitar sinceramente la oración de dedicación al final de cada sesión, nos aseguramos de no perder la virtud que hemos acumulado y la convertimos en causa para alcanzar la iluminación.

Práctica subsiguiente

La práctica subsiguiente consiste en integrar la meditación en la vida diaria siguiendo ciertos consejos. Debemos recordar que el Dharma no hay que practicarlo sólo cuando nos sentamos en un cojín de meditación, sino que tenemos que integrarlo por completo en nuestra vida.

Es muy importante que no haya distanciamiento entre nuestra práctica de meditación y su aplicación en la vida diaria, porque el éxito en la meditación depende de la sinceridad de nuestra conducta fuera de ella.

Por lo tanto, debemos observar nuestra mente en todo momento aplicando la retentiva mental, la atención, la vigilancia y la recta conducta, y procurando abandonar los malos hábitos.

Si nos adiestramos con perseverancia durante el tiempo necesario tanto en las sesiones de meditación como fuera de ellas, lograremos una profunda experiencia de Dharma. Por lo tanto, hemos de practicar con paciencia, sin esperar obtener resultados inmediatos.

En resumen, nuestra mente es como un campo de siembra. Con las prácticas preparatorias lo acondicionamos como se ha descrito: limpiándolo de los obstáculos de las acciones perjudiciales que cometimos en el pasado, fertilizándolo con la acumulación de méritos y regándolo con las bendiciones de los seres sagrados. La contemplación y la meditación son la siembra de buenas semillas, y la dedicación y la práctica subsiguiente, los métodos para hacer madurar la cosecha de las realizaciones de Dharma.