Cómo aliviar la ansiedad
Por Kim
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La meditación me ayudó a bajar el ritmo
En enero de 2022 me di cuenta de que habían abierto un nuevo centro de meditación en mi localidad y decidí probarlo. En aquel momento, mi hijo era preadolescente y mi mente tenía la costumbre de adelantarse a su adolescencia. Me entraba el pánico: ¿cómo iba a ser capaz de apoyarle en su viaje por la vida cuando aún me sentía como una adolescente reactiva que gestionaba una enorme lista de «cosas por hacer» que nunca terminaba? No me gustaba parar. Siempre tenía que estar haciendo algo para poder justificar ser yo misma... ante mí misma. Mi tonta creencia me hacía sentir que algún día podría llegar al final de mi interminable lista de «cosas por hacer» y me sentiría más feliz.
En el fondo de mi corazón sabía que tenía que haber una forma mejor de vivir, en la que pudiera comprometerme más y distraerme menos en mi vida con cosas que, en el gran esquema, no eran tan importantes. Ansiaba un mayor equilibrio en mi vida: si lo conseguía, esperaba que tuviera un efecto dominó en mi familia y en mi círculo más amplio.
La paz empezó a aparecer para mí.
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Antes de asistir al centro, tenía poca experiencia en meditación; no sabía qué esperar. Así que comencé mi viaje y empecé a asistir a meditaciones y charlas semanales. Tras las dos primeras semanas de meditación, empecé a notar los beneficios tanto en casa como en el trabajo. En lugar de sentirme abrumado por las tareas estresantes, en mi mente surgían sin esfuerzo soluciones positivas a los retos que se me presentaban. En lugar del ruido constante de mi mente, empezó a aparecer la paz, a medida que me familiarizaba con el asentamiento de mi mente y le permitía existir como debía, con una naturaleza tranquila y espaciosa. Siempre había estado ahí, pero debido al ajetreo de la vida, la había enterrado bajo mi «lista de cosas importantes por hacer», que siempre tenía prioridad.
Empecé a notar que no me agobiaba en situaciones que en el pasado podían haberme abrumado. Las meditaciones también me ayudaron a identificar lo que debía empezar a priorizar en mi vida familiar. Empecé a simplificar mi vida, a bajar el ritmo y a reservar mi energía para actividades significativas. Sentí como si se hubiera restablecido un mayor equilibrio en mi vida simplemente por asistir a una clase semanal; empecé a pensar que si pudiera incorporar estas enseñanzas positivas a una rutina regular, las posibilidades serían infinitas.
El Dharma, las enseñanzas de Buda, me habían proporcionado un marco que me permitía desenvolverme en el mundo con menos resistencia. Empecé a aceptar perderme acontecimientos y afrontar situaciones difíciles. Ya no me sentía la única responsable de la felicidad de los demás, porque estaba aprendiendo que la única persona verdaderamente responsable de mi propia felicidad era yo.
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La meditación diaria marcó la diferencia
Después de unos 3 meses de clases regulares creé una práctica de meditación diaria, que podía hacer en casa. Empecé con 15 minutos de meditación por la mañana y ahora hago un poco más si mi horario de trabajo/familia me lo permite. Mi familia y mis compañeros comentan cómo ven el cambio en mí desde que empecé a meditar, ya que me encuentran más relajado, tranquilo, paciente y tolerante.
Cuando surgen problemas y desacuerdos, que los hay, ya no es necesario discutir. Ahora tengo el espacio y la sabiduría para responder al desafío, en lugar de reaccionar y ponerme a la defensiva. El Dharma me ha permitido darme cuenta de que puedo reconocer y dejar ir las cosas que me mantienen estancada. Esto me ha ayudado a dejar atrás la idea de que la vida simplemente me sucede y me ha permitido convertirme en un creador más consciente de mi vida.
Siento una gran confianza
En los dos últimos años, siento una mayor confianza cuando tengo que abordar temas con mis hijos y colegas. El miedo y la ansiedad que podían rodearme en esas situaciones en el pasado se han vuelto mucho más tranquilos. Me doy cuenta de que respirar en situaciones difíciles me permite volver a la calma; la respiración es una brújula que me ayuda a recuperar la paz interior.
Encontrar el Dharma me ha cambiado la vida y espero seguir aprendiendo toda la vida. La práctica de la meditación es muy inspiradora y genera más energía mental positiva cuando se practica con regularidad.
Kim asiste al Tara KMC en Irlanda