Loyong – Adiestramiento de la mente

Desde el punto de vista de la espiritualidad nos encontramos en una época de degeneración, puesto que son muchas las circunstancias que nos impiden progresar en la práctica de Dharma. No obstante, en lugar de desanimarnos, con el adiestramiento de la mente aprendemos a convertir nuestras dificultades en oportunidades para nuestro desarrollo espiritual.

Los niños se emocionan al construir un castillo de arena en la playa, pero se ponen a llorar cuando las olas lo destruyen. Buda dijo que en este sentido somos como niños porque nos alegramos cuando las cosas van bien, pero nos deprimimos cuando tenemos dificultades.

Los placeres del samsara siempre son impermanentes y tarde o temprano se convierten en sufrimiento; sería absurdo esperar lo contrario. Por lo tanto, hemos de generar ecuanimidad en relación con nuestras circunstancias, ya sean buenas o malas. Debemos pensar: «Si las cosas van bien, estupendo, y si no, también».

Transformar las circunstancias adversas en oportunidades

Cualquier cosa que ocurra podemos transformarla en una oportunidad. Shantideva dice que el sufrimiento tiene muchas buenas cualidades porque purifica nuestro karma negativo, aumenta nuestra renuncia y compasión, reduce nuestro orgullo y nos ayuda a superar los malos hábitos. Si pensamos de esta manera, consideraremos las situaciones difíciles como nuestros mejores amigos. Cuando nuestra mente se equilibra de este modo se vuelve tan estable como el monte Meru y nada puede perturbarla.

Si al adiestrar nuestra mente comprobamos que podemos mantener una mente apacible y feliz en todo momento, incluso en circunstancias adversas, es una señal de que tenemos éxito en nuestra práctica. Si adiestramos nuestra mente de este modo, cualquier situación con la que nos encontremos nos servirá para aumentar nuestras realizaciones de Dharma.

Cómo llenar de significado cada segundo de nuestra vida

Hay tres clases de objetos: agradables, desagradables y neutros. Normalmente, cuando nos encontramos con los primeros generamos apego, cuando nos encontramos con los segundos odio, y cuando lo hacemos con los terceros ignorancia.

Sin embargo, para un practicante avanzado del adiestramiento de la mente, estos objetos tienen el efecto contrario. En lugar de provocar los tres venenos –apego, odio e ignorancia–, producen las tres raíces virtuosas –antiapego, antiodio y antiignorancia–.

Las tres raíces virtuosas no son simplemente la ausencia de los tres venenos, sino sus oponentes directos. Por lo tanto, el antiapego es una mente virtuosa que actúa como oponente directo del apego. La renuncia es una clase de antiapego.

Podemos generar antiapego con la sabiduría y también con otras mentes como la fe o la concentración. Cada vez que contemplamos las faltas del apego y rechazamos los objetos ordinarios de deseo, considerándolos perjudiciales y engañosos, estamos practicando el antiapego. Los practicantes hábiles del adiestramiento de la mente intentan generar esta mente cada vez que ven objetos agradables.

El antiodio es una mente virtuosa que actúa como oponente directo del odio. Podemos generar esta mente contemplando las faltas del odio.

La antiignorancia es una mente virtuosa que actúa como oponente directo de la ignorancia. Es una clase de sabiduría. Podemos generar esta mente rechazando la apariencia ordinaria de los objetos y contemplando su naturaleza última, es decir, su carencia de existencia verdadera.

Puesto que nos encontramos con objetos agradables, desagradables y neutros en todo momento, si aprendemos a generar las tres raíces virtuosas en lugar de los tres venenos, podremos llenar de significado cada segundo de nuestra vida. Esta es la práctica más importante para los practicantes del adiestramiento de la mente durante el descanso de la meditación.

El adiestramiento de la mente es algo profundo y extenso. Para una descripción más detallada véanse los libros Compasión universal y Ocho pasos hacia la felicidad.