ENCONTRANDO UN AUTÉNTICO REFUGIO
Margarita de Alvaré
Viví una época muy difícil
Yo vivía en los Estados Unidos a finales de los años 60, en plena época hippie. Eran tiempos revueltos, de drogas y rock and roll.
En esa época tenía una profesora de yoga que era budista. Yo estaba siempre triste porque atravesaba una época muy difícil en mi matrimonio.
Mis amigos no se daban cuenta de lo mal que lo pasaba, pero mi profesora de yoga sí. Me daba consejos desde el corazón y mucha paz. Sentía su amor y compasión, me quedé tocada por su religión y filosofía tan bonita. Al poco tiempo volví a España y aquí en esa época no se podía ni hablar de otras religiones, estaban prohibidas.
Un maestro cualificado
Pasaron unos cuantos años y mis hijas y yo nos encontramos con un libro de budismo. Una de mis hijas y yo empezamos a meditar cada día y luego por teléfono comentábamos, nos decíamos: “en el libro dice que cuando estemos listas aparecerá el maestro, ¿tú crees que será cierto?”.
Al poco tiempo, mi hija me llamó una mañana y me dijo: mamá, creo que he encontrado al maestro, pero espera a que le investigue a ver si es cualificado. ¡Y que sí era cualificado! Encontró a guen Tharpa, maestro de budismo kadampa, y se apuntó a las clases del Programa General. Estaba muy contenta, y yo fui detrás.
La primera vez que yo fui a clase con guen Tharpa, hizo la práctica de Poua en vez de dar clase, era el 11 de marzo de 2004, el día del atentado de Madrid. Fue memorable y poderoso, muy difícil de explicar, todo era muy profundo, sonidos de instrumentos que nunca había oído, quedé maravillada, además había tanta compasión y amor que casi se podía tocar. Y pensé: aquí me quedo.
ESTABA SOLA Y ASUSTADA EN MEDIO DE LA PANDEMIA
Desde entonces aquí sigo aprendiendo todo lo que pueda, y tratando de mantener una mente feliz, sabiendo que lo que he encontrado es algo extraordinario y maravilloso.
Así he vivido muchas experiencias maravillosas. Recientemente, durante la pandemia, estaba yo muy sola y asustada. Horrorizada por lo que acontecía alrededor. Me apunté a varios cursos online que me daban la vida, pero estaba muy afectada y con mucho miedo, se me ocurrió llamar a mi antigua maestra que estaba de maestra residente en Málaga, me explicó que harían un retiro de aproximación de Vajrayoguini, esto es un retiro tántrico muy profundo y especial que es extraordinario poder hacerlo.
Me preguntó que si lo quería hacer, y yo contesté: “cómo no voy a querer ir, pero estamos confinados y no podemos salir de casa, y mucho menos coger el tren para llegar allí”, ella me contestó “no te preocupes, yo lo arreglo”. Me consiguió un salvoconducto y otra estudiante me llevó en su coche hasta allí, con mucho amor. Yo por mi lado encontré con quien dejar a mi perro y me fui a Málaga.
Experimentando una tierra pura, como un sueño
Cuando llegamos a Málaga, empezaban las obras para hacer el templo que se ha construido ahí. Las tierras se empezaron a mover, y vinieron las grúas. A la vez que movían las tierras, nosotros empezamos los preparativos para el retiro más bonito que jamás he realizado, lleno de bendiciones y magia.
Hicimos todos los preliminares y muchos preparativos, aunque seguro que los residentes habían trabajado mucho antes de nuestra llegada. Éramos muy pocos, unas quince personas, estábamos todos muy felices y emocionados. Los árboles del recinto estaban en flor, y caían pétalos por los caminos. La temperatura era ideal, la maestra es extraordinaria, era como una Tierra Pura, como un sueño.
Cuando terminó el retiro, hicimos todos juntos los preparativos para la puyha de fuego, la última oración ritual del retiro para purificar nuestras faltas. La experiencia de esta puyha fue pura magia, nunca la olvidaré.
Cuando regresé a mi casa después del retiro, aún durante la pandemia, yo ya era otra persona, serena, en paz y llena de compasión. Aunque no era por mérito mío sino por las bendiciones recibidas allí.
Margarita asiste al CMK Madrid.